El Mate. Tomo 1 (y no tomo más)

Tomo 1 y no tomo más

50 hectolitros de mates no sirven para inspirarse en escribir una nota.
Pero sí se los puede llegar a conocer lo suficiente como para escribir algún libro que se titule “Mate, introducción básica de la bombilla. Tomo 1” o “Filosofía, ciencia y mate. Tomo 1 y no Tomo más”. Desde tiempos remotos el hombre a cuestionado cuál es la esencia del mate, es decir, qué es lo que atrae al hombre (o mujer, no soy machista) a tomar mate. Elemento que, a la hora de las novelas, es para muchas mujeres, indispensable. Y práctico para un domingo a la tarde. Claro que con estos calores riojanos uno puede llegar a derretirse por dentro de la bombilla. ¿Pero díganme si en una mañana fresca de primavera no caerían bien unos matienzos?.
Conozcamos mejor este fenómeno.

CLASES DE MATES
Hay varias clases de mates, formas y color, para empezar están los de madera, que son los que crearon Adán y Eva, (por eso después Dios los hecho). Adán le había dicho a Eva:-¿Tomamos mate o fifamos? - Yyyy....yerba no hay!!. Contestó Eva. (El chiste es de ese tiempo también).

Después la ciencia, de la mano de la computación, hizo el de chapa enlozada y el de loza. Y ante la imposibilidad de poder comprarlos, se buscaron en la naturaleza y no naturaleza, objetos que tengan agujeros. Se utilizaron vasos de vidrios, vasos plásticos, latas de cervezas, chapitas de gaseosas, calabazas, cuernos, conchas (marinas), porongos (de esos no) y otras obscenidades parecidas. Por eso, se decía que era de los pobres, por los bajos recursos de donde lo sacaban. Mas tarde pasó a ser de los ricos, ya que la yerba valía oro. Y ahora estamos en igualdad, los ricos siguen tomando mate y nosotros seguimos siendo pobres.

INGREDIENTES
Ponerle yerba a un mate no es novedad. Ponerle azúcar es una suerte. Pero ponerle tilo, boldo, café, peperina, cáscaras secas de limón, de naranja, de banana, ruda macho, ajo, o cebolla es un verdadero elixir de la descompostura. Y hablando de elixir podríamos hablar también de los gualichos contra el odio, el mal de amores, envidia, hepatitis, diarrea, piorrea y la caspa. Pero de esto nos encargaremos mas adelante, (unos 50 años más adelante).

El Mate: Tomo 2 y me duele la panza


PREPARACIÓN.
En ésta parte nos referiremos sobre todo, a quién los va a preparar. Lo primero que hay que hacer es calentar el agua hasta que este a punto (de hervirse y no de evaporarse). Se le agrega azúcar (opcional) y le encajamos la bombilla como le meteríamos el dedo en ojo si nos dice que el mate es una porquería. Esperemos a que se caliente el agua para la...
CEBADA.
Tomar un mate corto es hazaña del más rápido. Hay que ser muy ágil para llevar ese mate a la boca antes de que se termine solo. Sin embargo, con el largo es dramático, uno se imagina que en ese mate esta dejando sin agua a vaya a saber cuántas familias. Es tan trágico como querer tomar uno tapado. Se le suele pegar por debajo suavemente con los dedos, si sigue tapado se le pega un poco más fuerte, si todavía insiste en estar tapado, se le suele revolear por las paredes, si no se destapó, es hora de que comience a pensar en un rico café con leche.
Una yerba nueva trae la espuma, y la espuma úlcera. Por eso lo mejor y aunque no sea muy rico son los lavados. Mate lavado, cago asegurado. Con los mates fríos es distinto, uno llega a sentir ese dolor de dientes que se asemeja al masticar un cubito.
Cuando nos ceban uno caliente, se presta virtual atención si el agua no cae al piso, atravesando el mate, posa mate y mesa.
Muchas veces nos deja un terrible dilema el mate tibio, ya que no sabemos de que quejarnos, porque frío no está, pero caliente tampoco.
Y lo más importante: siempre hay que asegurarse de que el primer mate nunca sea nuestro.

CONCLUSIONES
Con todo esto llegamos a la infeliz conclusión de tomar mate en cualquier lado es sólo para valientes. Nos encontramos, a veces, ante la impotencia de no poder cebar nosotros nuestros propios mates. Cosa que lamentamos pero no nos resignamos, al menos yo. Cuando tomo uno o dos mates y me dan lástima, le digo al cebador que está un poco amargo, si no le puede cambiar la bombilla, que le saque un poco de yerba y de paso que me traiga un vaso de chocolate caliente.

GeRO Gerardo Reimers Ortiz

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